dc.description | En la actualidad transitamos por una época en la que conocimos una
pandemia mundial generada por el virus del SARS-COV2 (Covid19), aprendimos
que la salud es prioritaria frente a cualquier situación, ya sea económica, ya sea
social. En recientes épocas no habíamos oído o vivido nada parecido a esta
enfermedad. Nos dimos cuenta como sociedad mexicana de que gran parte de la
población se encontraba dentro de los grupos llamados como vulnerables que
podían tener mayores complicaciones e incluso perder la vida por tener
padecimientos en la salud, tales como diabetes, hipertensión, o enfermedades
crónico-degenerativas. La pandemia generó la suspensión de servicios tales como
económicos, académicos, e incluso de salud, la prioridad fue atender todo lo
relacionado con el virus del SARS-COV2 (Covid19).
En México habitan aproximadamente 130 millones de persona, de las cuales casi
40 millones son niños, niñas y adolescentes, que representan aproximadamente el
35% de la población total de habitantes en nuestro país₁. De los 130 millones de
personas, 23,000 se encuentra en lista de espera de recibir un trasplante por una
falla orgánica crónica degenerativa. Tristemente cerca de 8 mil son niñas niños y
adolescentes.₂
El presente trabajo de investigación a pesar de ser multidisciplinario, por abordarse
temas de la ciencia de la medicina, la sociología, la psicológico entre otras materias,
su naturaleza como campo de estudió es la ciencia jurídica. Sirviendo las otras
ciencias como auxiliares en el desarrollo de este trabajo. La esencia de esta tesis
radica en el hecho de que las niñas, niños y adolescentes sean sujetos y no objetos
de derecho. Y nace una pregunta que es la base para iniciar con el desarrollo del
presente estudio de investigación ¿Poque los niños no pueden donar?
Las respuestas a dicha pregunta la iremos desarrollando a lo largo del capitulado
de este trabajo, concluyendo con una propuesta jurídica para abrir las puertas a que
la sociedad participe en la donación y trasplante de órganos de las niñas, niños y
adolescentes.
En lo personal, escribo esta tesis desde la experiencia de haber vivido 2
trasplantes renales, el primero el 6 de junio de 2011 y, el segundo el 27 de
septiembre de 2017, ambos de donantes vivos que no tenían ningún lazo familiar
conmigo, pero que a la postre los veo como mi hermano y mi hermana. Fue en una
consulta para recibir medicamento en el Instituto Mexicano del Seguro Social que
me encontré con una señora y sus dos hijas gemelas de 7 años, comentándome la
señora que a una de sus hijas ya la habían trasplantado riñón, pero que la otra
estaba en diálisis peritoneal. | es_MX |