Africanas y africanos, gitanas, congas y congos de nación. ¿Se subvierten las identidades heteronormativas en la práctica del espiritismo cruzado?

Toda narrativa¹ vital tejida por el otro antropológico, y de la que nos apropiamos en esta labor de intrusos cientistas sociales, nos engancha subjetiva e imperceptiblemente. Tal nexo, como investigador-practicante —mi lugar de enunciación—, no me ha sido ajeno; la consagración en la santería, el palo monte y la práctica del espiritismo cruzado han sido para mí el legado familiar paterno y materno más preciado, y también el de mis ancestros, que forman parte del patrimonio simbólico cubano. Agustín Sánchez² (Santiago de Cuba, 1860- Bayamo, 1940), fue veterano mambí del Ejército de independencia cubano y poseedor de facultades curativas, mágicas, que puso en función de los demás a través de rituales terapéuticos (curó tifus, viruela y afecciones mentales); fundó su propia casa templo espiritual que estaba presidida por una cruz de grandes dimensiones e imágenes del arcángel Rafael —adorado por los espiritistas como el Médico Divino del Espacio—, y de la Virgen de la Caridad del Cobre —advocación de María patrona de Cuba.