dc.description | En los últimos años, se ha mostrado un creciente interés académico en los estudios de género. Lo anterior, ha posibilitado profundizar y centrar los análisis en los ámbitos, los procesos sociales y los factores que han influido para que las mujeres se inserten en los espacios de los que tradicionalmente han sido excluidas (Freidenberg, 2017; Zegada, 2012; Bonfil, 2008).
Entre las formas de participación de las mujeres, detectadas en estos espacios, se puede identificar por una parte, la de tipo tradicional. Referente a los oficios asignados como tejedoras, alfareras, parteras, panaderas, comerciantes de alimentos o productoras de artículos derivados de la producción agrícola local, entre otros.
Por otra, la no tradicional, es aquella derivada de su membresía en los comités comunitarios, como promotoras de salud o de programas para el combate a la pobreza, como miembros del magisterio, organizaciones no gubernamentales, colectivos, asociaciones civiles, ganaderas o agrícolas, frentes populares, entre otros (Tello, 2009; Dalto, 2003; Fernández, 1995; Aguirre, 2003; Bonfil, Sánchez, Barrera, y Aguirre, 2008).
Esta forma de participación no tradicional, es la que ha derivado en un sin número de luchas por la reivindicación de los derechos jurídico-políticos. En respuesta a ello, la implementación de acciones afirmativas¹ en las instituciones gubernamentales, ha posibilitado que las mujeres se estén convirtiendo en tomadoras de decisiones en el ámbito político. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, siguen perpetuándose conductas de discriminación, acoso y barreras que han limitado la participación política femenina (Dalton, 2014; Valle, 2006; Lartigue y Morales, 2008; Hémond y Recondo, 2002; Vázquez, Cárcamo y Hernández, 2012). | es_MX |