Del arte como idea a la idea contemporánea del arte. Análisis fenomenológico del arte contemporáneo

No existe, realmente, el Arte. Tan sólo hay artistas. Estos eran en otros tiempos hombres que cogían tierra coloreada y dibujaban toscamente las formas de un bisonte sobre las paredes de una cueva; hoy, compran sus colores y trazan carteles para las estaciones del metro. Entre unos y otros han hecho muchas cosas los artistas. No hay ningún mal en llamar arte a todas estas actividades, mientras tengamos en cuenta que tal palabra puede significar muchas cosas distintas, en épocas y lugares diversos, y mientras advirtamos que el Arte, escrita la palabra con A mayúscula, no existe, pues el Arte con A mayúscula tiene por esencia que ser un fantasma y un ídolo. (Gombrich, 1997: 15) Aún recuerdo como si fuera ayer la primera vez que leí el pasaje anterior. Fue el verano previo a empezar mi carrera universitaria en la licenciatura en Arte. Estaba muy emocionado y un tanto desesperado. No podía esperar por empezar la escuela. Había recorrido un sinuoso camino antes de por fin decidir que eso era lo que quería estudiar; y una vez tomada la decisión, sentía una extraña obsesión con eso llamado Arte, por lo que decidí hacerme de un libro para empezar a indagar sobre el tema que me absorbería y daría sentido al resto de mi vida. En ese momento no sabía que el libro en cuestión se trataba de la biblia de los historiadores del arte: la Historia del Arte de Sir Ernst Gombrich (1909-2001). Y así, simple y violentamente, el autor me dio la bienvenida al mundo del arte con esta primera línea del libro: —No existe, realmente, el Arte—. Ha pasado mucho tiempo y sigo dándole vueltas a la frase. Requirió una licenciatura, una maestría y un doctorado para poder refutarla. Hoy creo poder lograrlo y la presente tesis doctoral es mi intento de hacerlo.