dc.description | El dióxido de carbono es el principal gas de efecto invernadero (GEI) que se emite a raíz de las
actividades del ser humano (Yoro & Daramola, 2020). El dióxido carbono (CO2) se encuentra de
manera natural en la atmosfera y es una de las tantas formas del carbono. Este es aprovechado por las
plantas, a través de la fotosíntesis, para generar compuestos orgánicos. A su vez, los animales que se
alimentan de las plantas incorporan este material a su organismo. Y estos reincorporan el CO2 al
medioambiente a través de la respiración, sus desechos e inclusive cuando mueren (Conde, 2014). A
esta circulación natural del carbono se le conoce como el ciclo del carbono, aunque es aún más
complejo que lo descrito anteriormente. Debido a las actividades del ser humano, el ciclo del carbono
se ha alterado, ya que estas suman más emisiones de CO2 a la atmosfera e impactan en la capacidad
de absorción de los sumideros de CO2.
Según Lamb (Lamb, et al., 2021) las actividades del ser humano que contribuyen a las emisiones de
CO2 pueden ser clasificadas en 5 sectores principales: Energético, industria, construcción, transporte
y AFOUS (agrícola, forestal y otros usos de suelo). En este estudio Lamb comenta que las emisiones
de CO2 en 2018 alcanzaron las 58 Gigatoneladas a nivel global. Donde, el sector del transporte
contribuyó con el 14% de las emisiones. A su vez, el subsector de transporte carretero contribuyó con
el 10% (es decir, el 73% de su grupo). De 2010 a 2018 este subsector ha tenido una tendencia de
crecimiento de 1.9% por año. Esta tendencia no se verá reducida hasta que se tomen acuerdos
internacionales que promuevan la reducción de emisiones de CO2 y hasta que tecnologías más limpias
se vuelvan más económicas que las convencionales (Santos, 2017). Mientras tanto el sector transporte
seguirá siendo uno de los grandes retos para el calentamiento global. | es_MX |