dc.description | Antes de hacer una problematización del tema que nos ocupa es necesario revisar
la literatura existente al respecto. Por ello, en este primer momento, haremos un
balance de los estudios laborales en México a partir de 1993, año en que se fundó
la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo. Por estudios laborales se
entiende (De la Garza, 2016) tanto los relacionados con el Work (el trabajo en los
procesos de producción o de circulación, los mercados de trabajo), así como el
Labor (los trabajadores organizados, sus conflictos y las relaciones laborales, negociaciones, el movimiento obrero con sus triunfos y derrotas).
En México, los ensayos acerca del labor se remontan a inicios del siglo XX y
fueron dominantes hasta la década de los ochenta de dicho siglo (De la Garza et
al., 1986); se les llamó estudios de Historia Obrera o del Movimiento Obrero. En
cambio los de mercado de trabajo son más recientes, posiblemente de los años
sesenta del mismo siglo, y los de procesos de trabajo aparecieron en la década de
los setenta del siglo XX (De la Garza, 1993a).
Los estudios de movimientos obreros, sean históricos o del presente, fueron los
más abundantes y de impacto sociopolítico hasta la década del setenta del siglo
XX. En esta década se multiplicaron por el surgimiento de la llamada “Insurgencia
Sindical”, que durante unos diez años cuestionó el control corporativo del Estado
sobre los sindicatos, especialmente en las grandes empresas, en un nivel que fue
inédito en la historia de México hasta el presente (Bizberg, 1991).
Esta perspectiva prácticamente desapareció a inicios de los noventa con la
consolidación de lo que se ha dado en llamar los “Nuevos estudios laborales”. Estos
fueron impulsados por el inicio de las reestructuraciones productivas en grandes
empresas en México, que cuestionaban supuestos de la teoría de la dependencia,
como el de que la incorporación de tecnología en nuestros países tendría
que estar rezagada con relación a la de los países desarrollados, debido a la abundancia de mano de obra barata y poco calificada. Por otra parte, el avance
científico en este campo, implicó abordajes multidisciplinarios desde la sociología
del trabajo, relaciones laborales, teorías de organizaciones, economía, ciencia
política, por decir, los más relevantes.
En sus orígenes los nuevos estudios laborales se centraron en los procesos de
trabajo, aunque con el tiempo la unidad de análisis fue la empresa o la red de empresas.
Al principio con influencias obreristas —la formación de sujetos obreros
nace del proceso de trabajo y sus reestructuraciones—. El concepto central fue el
de reestructuración productiva, que consideraba la tercera revolución tecnológica,
el toyotismo, la flexibilidad en las relaciones laborales, la recalificación de la mano
de obra, la nueva cultura laboral y la nueva clase obrera con respecto de la del
modelo de sustitución de importaciones. Los nuevos estudios laborales miraban
hacia la táctica y estrategia del movimiento obrero, pero ahora frente a la reestructuración productiva.
Por otra parte, las investigaciones desde la sociodemografía pasaron de los
análisis de la marginalidad a la informalidad. Esta perspectiva se interesó en los
determinantes de la oferta de trabajo, sin detenerse en el lado de la demanda por
parte de las empresas. Así, se centró, primero en la familia; luego, en la unidad
doméstica. Así, empleó, primero, el concepto de estrategia de supervivencia, que
luego reemplazó por el de estrategia de vida; y, finalmente, arribó al de proyecto
de vida. | es_MX |